En un intento por sacar hasta el último pedazo de hilaza, metió un anzuelo a su boca para intentar tomarlo. Fallando, tras varios intentos, quedó tumbada en el suelo. Pasaron varios años y aún con las marcas de las cortaduras de aquel intento, el pedazo salió deslizándose ligeramente hasta posarse en su mano y desaparecer por completo. El sol salió detrás de las nubes y las lágrimas se derramaron para luego ver crecer flores en el jardín.
Anzuelo
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